miércoles, 11 de enero de 2012

Su piel.

Despierto. La luz del sol entra por la ventana, dejando ver motas de polvo desde la cama. Se refleja en su piel, que ahora es dorada. Duerme. Su pelo no me impide ver la belleza de su rostro relajado. Mi dedo recorre su espalda desnuda, y mi mirada lo sigue, desde la nuca hasta donde su espalda termina. A mi paso, su piel se eriza. Me fijo en cada milímetro de su mano, que reposa sobre la almohada extendida. Sus dedos son ahora míos, pues los estrecho entre mis brazos. Son cálidos, al igual que la luz que les hace tener aspecto angelical. Su cuerpo no es esbelto, pero es bellísimo para mí, pues es mi mayor tesoro, mi mayor deseo. Suspiro. El aire que sale de mi boca mueve su pelo. Aún así no despierta. Me gusta seguir contemplando como duerme, como respira con tranquilidad, como su cuerpo descansa despreocupadamente sobre mi cama. Su desnudez es bellísima, no dejo de repetírmelo. Me cuesta creer que realmente esté ocurriendo. Me parece que lo de anoche fue un sueño. Pero veo su busto boca abajo sobre el colchón y la sábana marcando las líneas de sus nalgas y siento que es real. En este momento nada puede distraerme, nada puede distanciarme de esta embriagadora felicidad. No me interesan las consecuencias de mis actos. Sólo la belleza que amenaza con robarme el aliento, esa de todas y cada una de las partes de su cuerpo, que se me presenta cálido a la luz del alba. Me siento desfallecer. Su silueta me tiene hipnotizada. Apoyo mi cabeza en la almohada, pero sigo mirando la figura que aparece delante de mí. No es perfecta, pero es como la de una deidad para mí. Me siento bien, sigo contemplando la razón de mi estado de hipnosis. Finalmente mis ojos caen ante la tentación de acompañar a ese cuerpo en su profundo sueño. Sueño que veo de nuevo su rostro, que vuelvo a recorrer su espalda con mis dedos, y que a mi paso su piel se vuelve a erizar. Un cosquilleo en el cuello me despierta. Son sus labios, que han ido a parar a mi clavícula. Levanta la mirada y me encuentro con sus ojos. Siento un cosquilleo en mi boca. Es su beso. Mi sueño es real. ¿O sigo durmiendo? 

1 comentario:

  1. Escribes genial, Alba, así que te voy a seguir, me parece un blog muy productivo.

    (te dejo terrones de azúcar
    para que tengas dulces sueños)

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