Me gusta cuando dices
"No sé". Me siento querida. Te parecerá absurdo, pero esas palabras
cambian mi perspectiva. Porque sé que te estás comiendo la cabeza para entender
mis paranoias y mis divagaciones obsesivas, pero no me sigues. Y entonces me
siento compleja, y entiendo que no soy tan simple como parece. Muchas veces
aparentamos menos de lo que somos, por no decir siempre. Pocas personas saben
lo que aparentan. Yo, en cambio, lo tengo claro. Y lo que parezco desde fuera
no es ni un uno por cien de lo que soy. Al igual que tú. Así que cuando dices
"No sé" comprendo que no te basas únicamente en lo que aparento, y
que intentas conocerme más de lo que ya me conoces. Para tu desgracia -o para
tu bien, no sabría decirte- no consigues entenderme. Y es que las palabras no
son capaces de expresar toda mi mente, y ésta es como un rompecabezas: si te
falta una pieza, no puedes ver bien la totalidad del dibujo. Que sepas que yo
tampoco lograré nunca comprender toda tu mente. Pero me encanta seguir intentándolo
cada vez que me expones tus paranoias y tus divagaciones obsesivas sin ser capaz
de explicarlas totalmente. Lo mejor de esto es que, cuando te miro a los ojos,
consigo entenderlas mejor. Aún así, no te conozco. No sé nada de ti, de la
vida, de esto que hay en nuestras mentes, que nos une. Hay demasiados misterios
para los que todavía no he encontrado respuesta. Y la amistad es uno de ellos.
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