jueves, 31 de octubre de 2013

Hoy te traigo margaritas. Y me quiere no me quiere, te quiero no te quiero. Pasaba por aquí... Y recordé tus ojos. Oh, cuanto te amo desde entonces, cuando retiraste las pesadas cortinas de la ventana de tu alta torre. Sea como sea, no dejaste caer tu larga cabellera para que escalara hasta ti. Preferiste las letras, la música y las nubes, y esto hizo que me convirtiera en musgo sobre tus piedras. Desde entonces paso por aquí, y recojo margaritas. Nunca te las había traído, hasta ahora. Ya sabes, un ataque de locura, falta de cordura, hoy no me das miedo. He cogido mi alta escalera y subido hasta ti, y te he encontrado muerta, o más bien de rodillas, que son sinónimos. Mi princesa ya no es princesa, ya no vive en la magia. La realidad le ha golpeado demasiado fuerte. Y es que al verme has caído a mis pies, y el ensueño ha desaparecido. ¿Te quiero, no te quiero? Ya no puedo hacerlo, las margaritas se han marchitado demasiado pronto. Vuelvo por donde vine. Recojo las margaritas, la escalera y desaparece el musgo. Puede que vuelvas a ponerte en pie; nos veremos entonces, quizás ya en el cielo.

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