Te invito a mi cama una tarde de lunes; invierno, lluvia y
amor. Durmamos a la vez las horas que podamos malgastar. Hay momentos en los que
me gusta estar triste, los ojos empapados, la complicidad, los hombros amigos. Que
sepas que si me das uno de esos momentos te guardaré cuidadosamente, plegado
junto al resto de jerséis de lana, para que me abrigues en mis inviernos y yo
lo haga en los tuyos; para que en mis primaveras te lleve a todas partes por si
acaso, y en las tuyas yo te siga de cerca, no vaya a ser que tropieces. Te leo,
me asusto si me entiendes, corro y me persigues, y me paro frente a un escaparate
de contradicciones; son muchas entre las que elegir qué clase de error cometeré
contigo. Debes saber que soy amiga de la tinta corrida, los corazones rotos y
las lágrimas inoportunas. También que soy impaciente y aleatoria, quizás un
poco obsesiva, demasiado crítica, insistente. Pero eres uno de mis jerséis,
quizás con el tiempo uno de mis favoritos, y los inviernos son demasiado largos
para la gente como yo, así que te necesito. Es un momento para estar triste,
para que te abrigue; tengo lana de sobra. Acércate, túmbate conmigo, durmamos… Démosle
horas al viento.
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