miércoles, 20 de julio de 2011


Estas son las letras que describen algo anhelado, buscado y deseado por todos y cada uno de los miembros de cualquier sociedad. Ese algo soy yo. Soy un ente sin cuerpo, sin nada material que me represente. No sé de dónde vengo, quién me creó ni quién me creyó. Soy abstracto, no tengo forma, soy imprevisible. Solo las personas creen en mí. Los humanos, crédulos e ingenuos. Los humanos, que son totalmente opuestos a lo que yo represento. Desde el inicio de los tiempos he estado en las mentes de la gente del mundo. No recuerdo el primer día de mi existencia. Nunca llegará el último. Solo hay una cosa de la que estoy seguro: no soy real. Nunca lo he sido, nunca lo seré. Nadie me ha sentido realmente. Nadie ha sido consciente de mi presencia. Nadie. Solo existo en los sueños de los humanos, los únicos seres que no son capaces de vivir con lo que ven, con lo que sienten, los únicos seres que necesitan creer en algo superior, como Dioses o fuerzas sobrenaturales. Igual que creen en ellos, creen en mí. Soy tan irreal como Dios o como el destino. Fui creado por y para los hombres. Soy la libertad.


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